HUGO FRANCISCO
RIVELLA
(Salta/Córdoba)
TROZO
DE OLVIDO
¿Quién
traza en el poeta su destino?
El
amor lo deshuesa para colgarlo de alguna estrella.
Que beba en el
burdel y le hundan el corazón en el
olvido.
Que no recuerde, así,
que no recuerde, que el mundo se derrame sobre la noche tiesa
y las torres de mármol
murmuren sus jinetes inmóviles.
Si
el poeta no muerde los labios de la niña cuando besa,
si
no le inflama el nombre a la tristeza y a la canción le ruede en las orejas,
si
no grita su furia en el crepúsculo y desnuda los soles en la almohada,
podrá
morirse ya,
sin
más tiempo que el que tarda en morir la luz en las luciérnagas,
podrá
morirse ya y nadie nunca lo habrá de recordar
porque
el recuerdo libera de la muerte al desahuciado,
lo
llena de eternidad hasta olvidarlo.
ESA
MUJER ES TODO
Esa
mujer es todo, los huecos que tienen mis
vestidos
el
hueco de la cama en donde gozan los cuerpos anudados con el cielo
el
hueco de su boca y el precipicio de llegar a la punta de sus pechos, el hueco
de sus nanas y sus lágrimas porque supone adioses en la noche
el
hueco de su ombligo en que me pierdo cuando busco saber lo que no quiere
el
hueco y el aroma de sus cabellos cuando se desnuda
el
hueco de sus piernas que me traga igual que un remolino de cristales
el
hueco de su piel como un ungüento por mis ojos de reyes destronados
el
hueco de la flor del duraznero y la pulpa dulzona de su aliento
el
hueco de la luna en su cintura y el ritmo de la noche que la hechiza
el
hueco del silencio cuando bebo de a sorbos lo que ha sido de nosotros
LA
PUERTA
La
puerta está de luto,
no
pasa el asesino ni la muerte,
ni
el espantapájaros con ojos de madera que ahora sueña distancias.
Por
esa puerta un día mi madre fue a la noche.
Yo
sé que ella tiene el alma rasgada como un trapo,
que
acuna una lámpara que apenas parpadea,
y
que en su frente,
el
tiempo,
como
si no pasara,
se
acurruca y titila.
Por
esa puerta mi madre ha de volver hecha semilla.
Saludo, disfrutante, la siempre belleza de su poesía compadre!
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