SALMA HASSAN


SALMA HASSAN (*)

(Canelones-Uruguay)

MARIPOSAS RONDANTES

Han vuelto a aparecer, entre rosales blancos, como gotas.
Pañuelos en las plazas, y sin pañuelos.
Bajo el cielo de oriente y occidente.
Mariposas rondantes, banderas entre lunas y estrellas rojas.
Mariposas a rayas de colores.
Espejos transparentes  más allá de mis ojos,
más allá de los lentes que las captan.

Mi corazón late.
Notas altas y alargadas me anudan la voz…

Esta vez, el amor pide su cuenta. La vida gana.
Esta vez la vida gana.
Las mariposas renacen desde sus propias entrañas.
Protectora, la feminidad activa su presencia.
Y retomarán las plazas,
con o sin pañuelos, por la necesidad del cuerpo y alma,
como una receta extraña para que su voz brille,
como la miel o la albúmina recluida en el vapor del vino que la mezcle.

Y mientras ellas griten sus verdades
la luz se hará, y seguramente,
seguirán existiendo revoluciones.

14 DE AGOSTO

Al pueblo de Egipto, y en especial a mis hermanos cobardemente asesinados por el ejército de su país.

Las calles milenarias pobladas de carniza.
La revolución se ha vuelto coágulo. 
Humanos humeantes de sus ramas desgajados, 
metrallas sobre el horizonte.
El desierto aloja el aroma de sus muertos.
El llamado gime una oración corta
y los faraones ríen en sus tumbas.
El caos sopla velas sobre el mar de las razones,
mas, nunca habrá razones para la muerte absurda.
Hoy la muerte se ha escrito por decreto in-humano
y el dedo acusador se interpuso al destino.
Apresado el elegido, se libera al títere homicida.
Y por entre el caos la gente sufre, sufre… 
Se derrama la sangre como cera de mil velas,
fundida, seca y mezclada cae en el abismo,
tal como una gota oscura.
El tiempo no regresa y tampoco los muertos.
Ya ni Dios pudo salvarlos de una trampa segura,
ni Dios, aunque provea la gota esperanza.

ARCANOS

Si esta isla no fuera tan ruidosa,
podría oír el polen en los crisantemos,
descifrar los mensajes arcanos
de mieles, alas, perfumes y corolas.
El golpe del viento, las hojas en otoño,
las afanosas hormigas,
el jardinero fatal que los exilia después de una caricia,
el florista,
y nuevamente la semilla.
¡Me perdí en este tiempo tanta historia!
El ruido de esta isla me enceguece…
Si el buqué de aromas pasajeros me diera el respiro requerido,
podría oír la música morada de sus pétalos,
y los dulces mensajes de sus hojas
se rendirían ante mi desespero…
Pocos somos
los que ansiamos oír lo que no vemos.
Sembrador, florista, jardinero,
privilegios que por herencia tengo.
Mas…
Si esta isla no fuera tan ruidosa,
podría oír el polen en los crisantemos.

(*) seudónimo de Sandra Gutiérrez Alvez

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