PILAR ROMANO



 PILAR ROMANO


(Corrientes-Argentina)

LLEGAR

Llego.
No veo claro el camino
ni las huellas anteriores,
pero llego.
Vienen conmigo mis máscaras, mi espejo
mis sueños y mis miedos.
Mi izquierda y  mi derecha,
mi oscuridad y mi pensamiento
y el lapicito azul
con el que suelo escribir  cuentos.
No, no  llego sola,
vienen también mi nostalgia, mis mentiras y mi río,
mis amores y mis éxitos,
junto a mis reclamos,
escritos en papel plegado en cuatro,
junto a  mi cédula de identidad
de  viejos números negros.
Y por detrás…
mi ausencia, tal vez lejos.

SI TE DAÑARON

Si te dañaron
tienes que mirarlos
con la inteligencia del niño recién nacido
que supera todas las crueldades
y dejar que sus actos resbalen
por las yemas de tus  dedos.
Aléjate del sitio en el que viven los dañinos
y empieza todo otra vez,
que hay un plato con dulce de naranjas
esperándote en la cena.
Tan sólo ocurre que la  vida, a veces,
tarda en mostrar su recompensa.

LA IMPUNIDAD DEL SOL

Harto por ese día de provocar martirio,
se duerme al fin en la cama solitaria,
junto a la ventana,
huérfano de lunas y de lirios.
Ebrio hasta la repugnancia,
sueña sin duda un  sueño turbio,
con negras liturgias de golpes y picana.
Y cuando el sol de la ventana
comienza a torturarlo,
su sangre estalla por detrás de las pestañas.
Y sueña y pide, indigno,
la impunidad del sol.
Porque, enredado en la vertiginosa jaqueca,
le baila  en la cabeza
el pensamiento inútil de que a ese sol,
no lo alcanzarán las rejas.





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