TANIA ALEGRÍA



TANIA ALEGRÍA

(Brasil/Portugal)

MUJER EN EL ESPEJO

Pupilas de cristal, ojos de asombro,
ella me mira. Ella está mirando
los residuos de todas las batallas,
los despojos de todos los naufragios.
           
Ve los surcos labrados en mi rostro,
tallados con machete y con arado;
cuánto de servidumbre fue preciso
para grabar las marcas de los látigos;
cuán fríos e inclementes los inviernos
que el negro de mis sienes platearon.

Desde su luna ella me contempla,  
ella pregunta, me está preguntando
dónde estará la niña irreverente
que a veces sonreía entre mis párpados.
Se habrá tumbado –piensa– en las contiendas
en que se confrontó con dios y el diablo.

Desde el espejo mira, inquieta y triste,
sus ojos en los míos reflejados
y al no reconocerse en su revés
cierra los ojos por borrar mis trazos.


SIEMPRE QUE MUERO

Siempre que muero, muero de naufragio:
una ilusión mayor, más atrevida,
buceo hondo y róbame la brida
la muerte sin presagio.

Se me veda el derecho de sufragio.
Me encuentra por usual desatendida
cuando viene, avarienta y travestida,
la suerte por su agio.

Por lapso o negligencia
me ahogo ingenuamente, con confianza.
Usualmente perezco de inocencia.

Sucumbo de añoranza,
de ingratitud, de olvido, de inclemencia.
Hay veces en que muero por venganza.



FRAGUAR SILENCIOS

Sobrevivir -de eso a veces se habla-
más allá de las meras contingencias,
desnuda y sin pretérito,
desesencial.
Sin las amarras de la carne pobre
y de la intrascendente
estrategia de ser.

Fraguar silencios lejos de la boca
donde todos los ecos se sepultan.
Sobrevivir -de eso a veces se habla-
en absoluto estado de inocencia
allende las condenas.

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