GRACIELA GELLER



GRACIELA GELLER

(Paraná-Entre Ríos)

Te lo diré amiga
Un vals sediento, eso fue él para mí.
Un chapuzón de restos punzantes y encendidos.
Un rincón sin aire.
¿Por qué me apasioné?
Mmmm.
Tenía una cadena arpada de pañuelos verdes. Y nalgas de
mármol quebrado. Y esa luna dura y metálica y coruscante. Luna
sin dientes, es cierto. Pero con barco y montaña y rosas morenas
de Lorca. Con iniciales de danzas. Con lechuzas machaditas...
¿Cuándo lo conocí?
Cuando el hueco de otro hombre me infectaba.
Su voz de larga distancia marcó perlas de cultivo entre mis alas.
¿Cómo fue nuestro amor?
De lengua y habla.
De ácido y bombón de menta.
De sexo con almíbar y agujas de tierra mojada.
¿Al principio?
Luz en el agua que huye al vuelo.
¿Después?
Ir y volver de la tormenta a la noche, de la noche al seno,
del seno al torrente, y a la serranía, y a vientos cambiados,
y a la ronda del sepa zurcir sepa bordar abrir la puerta para no jugar.
¿Cómo? ¿Que lo conociste? ¿Que ni te imaginás mi pasión por él?
Ah. Pero no es el mismo. El que viste, apenas si calza su cuerpo.
No te equivoques: no era viejo el mío. Con pan caliente
salpicaba esquinas y desparramaba flores de café en las siestas
y tenía racimos de palabras, hilos de paréntesis. Que yo tejía
para calentar sus ausencias sin peces, sin calostro, sin anclas.
¿Tridente? ¡Ni por asomo! Cuando partió fue Mefisto. Y el de ahora,
el que miraste: apenas vapor de médula, retazo de cerilla,
palote de jardín de infantes, piedra lamida.
Te lo diré:
El hombre deja de ser cuando el sol lo acuchilla. Cuando el
amor lo convierte en junco. Y cuando derrama tu llave en la banquina.
Entonces sí, entonces tan chiquito, ya alfonsiniano cuando
me preguntás -amiga- cómo caramba. Cómo es posible. Cómo
pudiste de él -y tan luego vos- haberte enamorado.
Con aire a Manrique
Te vi llegar.
Eras un hilo arrugado, huérfano de ovillo.
Hilo sin madeja.
Que no me alcanzaba.
Me dio tanta pena que los amores fueran ríos que van a dar a la
mar. Que es el morir.

*****

La familia bien gracias
Sigue sus huellas
huele su olor por las veredas
contrata ojos suplementarios
pacta con dios y con el diablo
gasta su antorcha en extramuros
nada ahorra para sus profundas entretelas
espejo dieta vestidos
pinta sus lágrimas con el exacto color de esta temporada
y aguarda a que él le diga
pero él no dice
¡es que está tan ocupado!
en sus trabajos en sus dineros en su automóvil
en apuntar las brújulas hacia su propio ombligo
por sobre todo
por sobre ella
por sobre todas
-¿y la familia?
ay mujer
que grita su orgasmo de rutina
muy cuidadosa ya que sus niños pared por medio
eso sí: no tan seguido
salteando meses
cuando Rutina manda que sea usada como una esposa
ah mujer
devota y enemiga
tan feliz cuando en el pino de diciembre él le cuelga esa mirada
como cuando lo descubre en falta
porque sólo así puede
porque así se impone y exige y quiebra
y le confía a las amigas
que por fin lo ha apresado de los testículos (en lunfardo)
-bien gracias-
así las cosas espera el clímax
y en medio del loco instante
le pregunta si aún la quiere
y él que sí claro
que como el primer día
Éstos son los amores que le contaba. Amores de los dientes para
Afuera. Amores para toda la vida.

*****

Después de leer a Adriana
Los generales sueltos
Los amantes NN en la fosa común
La niña Ximena de identidad licuada
Y yo.
Aquí.
Vomitando al cielo.
He perdido tu saludable indignación
-amiga-
La perdí en este laberinto de inodoros
en el engrudo de los discursos camuflados
entre almanaque de saliva.
La perdí en medio de esta lona gris y agujereada. Lona áspera
que destripa hasta los viejos llantos. Y que uniforma la cópula de
los esposos: sin champaña, sin ayes excesivos.
Una cópula tristona y silenciosa (antes del horario del trabajo)

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