FORTUNATO NARI
(Rafaela-Santa
Fe-Argentina)
CANCION DE
PASTOREO
Yo no soy más
que el potrerito humilde
que vive por la
hierba,
prado fragante
con su sueño verde
donde pasta el
silencio de la oveja.
Para tus
sueños, boyerito triste,
hay una
travesura en cada senda.
¡Córreme todo,
y con los pies descalzos
despeina mi
rebelde cabellera.
Soy esa paz
antigua que las tardes
blancamente
desflecan.
Ave sin alas,
nube que prefiere
ser rumor de la
lluvia que se acerca.
Una rama de
pino bajo el viento,
porque hasta en
mi silbido hay una queja.
CON LAS HOJAS
DEL ÁLAMO
Con las hojas
del álamo él hacía
(con las hojas
del álamo)
un fueguito…
Las hojas
esparcidas
(eran hojas del
álamo)
en pequeños
montones encendía…
Con las hojas
del álamo
que el otoño
cansaba y desprendía,
inventaba
estrellitas en el campo,
y el camino
nocturno devolvía
la ilusión de
que andando algunos pasos
era posible reencontrar
el día.
Con las hojas
del álamo
la noche
relucía.
EL ÁNGEL Y LA
TORMENTA
Cava en la
noche resonante cueva
la voz del toro
en el furor del celo:
la tierra brama
su ansiedad y el cielo
desliza el
canto de la luna nueva.
En el rocío del
sendero prueba
la perdiz joven
la inquietud del vuelo,
y al tibio nido
que escondió en el suelo
desciende la
tormenta y se lo lleva.
Así en el
hombre, que atestigua y suma,
se debaten la
lámpara y la bruma
en dualidad de
perfección y dolo.
Y hacia el
final del azaroso drama
con su tributo
de raíz y llama
Adán asciende,
desterrado y solo.
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