JENNY LONDOÑO



JENNY LONDOÑO

(Quito-Ecuador)

SON MUCHOS LOS PORQUÉS

Porque nuestra niñez duró muy poco
antes de percibir detrás de las espesas celosías
las ocultas cadenas.

Porque los goces de nuestra infancia
fueron recortados progresivamente
con la palabra NO, que venía envasada
de múltiples maneras :

No brinques,
         no corras,
                no toques,
                        no trepes,
                               no puedes,
                                   no debes.

Porque nuestra adolescencia fue atada
con sutiles mensajes que nos esculpían el cerebro:
Debes ser buena (léase aguantadora)
Sumisa (léase tonta)
Recatada (léase frígida)
Hogareña (confinada a la casa)
Callada (léase muda)
Desconfiada (solitaria).

Porque el amor y el desamor llegaron
por caminos tortuosos
unas veces como lenguas de fuego
abrasándolo todo,
incinerando, consumiendo,
convirtiendo en rescoldo
la cajita de música,
la avecilla canora, la alada mariposa.

Y otras veces pasaron cual deslave
arrasando, inundando,
llevándose en su cauce
los sueños de algodón y las quimeras,
dejándonos vacías de ternura.

Porque lo dimos todo en el camino
la risa y la confianza, la buena voluntad,
la mansedumbre.

Porque una tarde incierta
el amor se marchó con el verano
dejando soledad en las auroras
y un vaho amargo con su pesadumbre.

Y vagamos errantes, fantasmas de la bruma
buscando en los reflejos de la noche
el insondable abrazo de la muerte.

Porque después de tantas lunas rotas
llegamos a saber que apenas fuimos
leña, guijarro, cántaro y esclava.

Se nos rompió de pronto la inocencia
y surgimos al mundo como nuevas
dispuestas a crecer como los cedros
a exigir todo aquello que siempre nos negaron.

Ahora por fin seremos luz y fuego
y vendaval y aurora y medianoche.
De igual a igual haremos con las manos
la siembra y la cosecha,
de igual a igual, los hijos, la sopa,
la epopeya.

De igual a igual los cuerpos enlazados
juntando su deseo sin disfraces,
viviendo la ternura sin libretos.

De igual a igual, sin trampas,
sin querellas,
sin culpas ancestrales.

De igual a igual, mujeres de la tierra
con derecho a elevarse a las estrellas.
A salir del infierno cotidiano
que les negó lo excelso de la vida.

COSECHA DE AMOR

A Susana López Ríos, mi tía materna que fue más que tía, madre amorosa,
luchando incansable para sacar adelante a sus siete hijos luego de una viudez
prematura y siendo también una madre supletoria para sus sobrinas huérfanas.

Esa mujer es buena
como un chorro de luz en la mañana
como clavo de olor y yerbabuena
como espigas doradas en el alba.

Esa mujer es buena
como aroma de pino en la montaña
como un lago de algas verdeazules
que dormitan un sueño de crisálida.

Esa mujer que tuvo vitalidad de abeja
construyó su panal día tras día
llenándolo del polen necesario
para nutrir  de amor a cada vástago.

Se arrancó de la piel una caricia
que repartió a sus hijos sin reservas
y se bebió sus lágrimas
en medio de la noche que dormía.

Buscó llenar alforjas y silencios
marchando en un desierto, solitaria,
y se amarró la voz cuando temía
que su grito de angustia se escapara.

Esa mujer es buena
como grano de arroz o de cebada
como la fresca sombra de un naranjo
como canto de mirla o de cigarra.

La vida le pasó como suspiro
y le cambió los sueños por insomnios
bebió a rápidos sorbos los dolores
y aprendió de lo acerbo la constancia.

Esa mujer es buena
porque entregó su amor sin egoísmo
y derramó su luz de luna llena,
mientras la soledad la acompañaba.

Y al cabo de los años, poco a poco,
su tarea febril fue terminada
cada cual se marchó con su esperanza
llevando un azadón y una guitarra.

El ritmo de su vida se detuvo
ahora es manantial que se derrama.
El día la sorprende con su abrazo,
desgranando recuerdos en la almohada.

Y esa mujer cansada se ilumina
cuando mira las mieses florecidas
y cosecha los frutos que sembró con sus manos,
regadas con la savia de sus lágrimas.


LA BORDADORA

La vi crear texturas y colores
sobre la blanca tela
la vi bordar un mundo imaginario
de pétalos y flores
con su puntada en cruz y sus sudores.

La vi multiplicarse en la miseria
que tocaba a su puerta día a día
conversar con el viento en el silencio
y sacar de un rincón, como los magos,
una eterna sonrisa.

La vi sorberse lágrimas y quejas
y apretarse el corpiño de los sueños
para enfrentar su mundo sin estrellas
y compartir su pan y su bebida
sin pedir nada a cambio.

La vi cuando la aurora la encontraba
haciendo punto atrás con hilos rojos
bordando los manteles primorosos
los pañuelos de seda,
las sábanas dispuestas para el gozo
de una pareja nueva.

La vi cuando sus manos ya cansadas
se quedaban dormidas
apretando los hilos que sobraron
soñando las caricias que no tuvo
y los besos de amor que no llegaron.

La vi mirar detrás de las cortinas
para gozar el mundo de lo ajeno
o deleitarse en un beso imaginario,
mientras bordaba sendos corazones
pedidos por encargo.

La vi bordar al alba tantas veces
que se tornó violeta su mirada,
y su vida, en jirones, se aferraba
al hilo carmesí de sus puntadas.

La vi quedar dormida para siempre
bordando viejos sueños en su almohada
y encontrar el amor que nunca tuvo
en una nueva vida que llegaba.

2 comentarios:

  1. Muy buena, la lectura de estos poemas devuelven el yo interior que todos tenemos agazapado

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  2. Muy buena, la lectura de estos poemas devuelven el yo interior que todos tenemos agazapado

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